Este domingo 11 de julio se multiplicaron movilizaciones masivas y espontáneas que no se veían desde hace décadas con miles de personas en diversas ciudades y localidades en toda Cuba, gente común, muchos jóvenes gritando “libertad”, “abajo la dictadura”, “no tenemos miedo” y cantando “Patria y vida” (la canción símbolo de la protesta que ironiza la retórica e instrumental consigna histórica de Fidel Castro, “patria o muerte”). Las causas son muchas: las penurias económicas, los apagones eléctricos, la falta de medicamentos y vacunas en tiempos de pandemia, las medidas asfixiantes y la represión del gobierno de Miguel Díaz-Canel. Pero en primer lugar estas movilizaciones expresan nítidamente un anhelo de libertad, una denuncia de la desigualdad y un hartazgo popular frente al régimen. A pesar del carácter pacífico de las movilizaciones, inmediatamente se desató la represión, ya sea por medio de las fuerzas de seguridad o de patotas de partidarios del PC cubano. En otros puntos, la policía no pudo hacer otra cosa que retroceder ante la cantidad de manifestantes que formaban cordones humanos para protegerse. Son particularmente graves los llamados de Díaz-Canel a que sus partidarios tomen las calles y enfrenten violentamente a los manifestantes. En estos momentos hay denuncias de violencia policial y de detenciones de quienes participaron en las protestas. El régimen ha cortado la conexión a internet y ya comenzó una auténtica caza de brujas contra los manifestantes.
Es una novedad extraordinaria en un país dominado desde hace más de 60 años por una dictadura liberticida que siempre buscó acallar toda voz disidente, acusándola de estar “al servicio del imperio USA”. La verdad es que la dictadura cubana es aliada de los peores regímenes asesinos (como el de Putin, Al Assad y el de Irán) y pacta con Washington y la Unión Europea según sus sucios intereses. Además, su argumento de que estas movilizaciones son una “operación encubierta” de los Estados Unidos resulta incluso cada vez menos creíble. La gente que venció el miedo y salió a las calles en Cuba para reclamar por libertad contra la dictadura merece y requiere de nuestra máxima solidaridad y de nuestro pedido de libertad para todas/os las/os detenidas/os. Por otro lado, es necesario denunciar la campaña de mentiras que los supervivientes de la izquierda castrista y sus cómplices están lanzando en todo el mundo para desacreditar a estas dignas y valientes protestas.